lunes, agosto 21, 2006

Una versión del miedo

Kafka y el matrimonio
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El miedo es el descubrimiento de la posibilidad -no de la certeza- de la posibilidad, de que aquello que nos satisface se pierda, de que aquello que nos atormenta se torne aún peor. Las mayores o menores chances de que esa posibilidad suceda es indiferente a la aparición del miedo; sólo podrá inferir, en todo caso, en las dimensiones que este adquiera y en nuestra capacidad para replicarlo a través de la razón basada en un calculo de probabilidades. Es en la mera insinuación de que x acontecimiento suceda, de que tal hecho nos perturbe (aún cuando su concreción posea un mínimo grado de posibilidades) el terreno en el que respira el miedo .

De la misma manera en que el descubrimiento de esa mínima posibilidad de cambio es suficiente para su aparición, de igual modo alcanza con que ese suceso probable se concrete para que perdamos, al instante, el miedo. Es en ese momento cuando el miedo pierde su esencia de realidad, que radica en los momentos previos a la batalla y no en la batalla, en el acechamiento del mal y no en el mal mismo, en las víspera de la tortura y no en la tortura, para que entren en escena otros factores: la resignación, la desesperación, la parálisis… nada que tenga que ver con el miedo; para entonces este forma ya parte del pasado.

Carta al padre (noviembre de 1919)

Ya he indicado que en los escritos y en lo relacionado con ellos he efectuado unos pequeños intentos de independización, de huida, con un mínimo de éxito; tienen pocas probabilidades de seguir adelante, pues muchos indicios me lo confirman. Sin embargo, es mi obligación, o, mejor dicho, mi vida consiste en velar por ellos y cuidar de que no se acerque a ellos ningún peligro, y ni tan sólo la posibilidad de un peligro. El matrimonio es la posibilidad de un tal peligro, aunque también es la posibilidad de un máximo estímulo; a mí me basta, sin embargo, que sea la posibilidad de un peligro. ¿Qué haría yo si realmente fuera un peligro? ¿Cómo podría seguir viviendo el matrimonio con el sentimiento de ese peligro, quizás indemostrable, pero de todos modos irrefutable? Frente a ello me puedo mostrar indeciso, pero el desenlace final es irreversible. La comparación con el pájaro en mano y ciento volando sólo encaja aquí de forma vaga. No tengo nada en la mano, todo esta volando, y sin embargo –así lo dictan las condiciones de lucha y las necesidades de la vida- debo elegir la nada.