Karel Capek: Segunda emisión
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Llego (después del viaje) al pequeño piso alquilado en Budejovice y desde una altura aproximada a la de las suelas de mis zapatos tres sobres de distintos colores me llaman desesperadamente. Saben que llevan una misiva y se ilusionan con poseer noticias de suma importancia. La correspondencia es enviada directamente a la editorial, por lo que estas tres cartas no pueden ser más que de mi amigo Karel. Desde las tierras de Inglaterra me escribe las impresiones que su viaje le va causando y con cada carta me recuesto en el sillón y me dispongo a disfrutar de las apreciaciones más divertidas. Sólo Karel sabe retratar de una manera tan divertida y fidedigna a la vez la verdadera naturaleza de los seres humanos.
Al finalizar la lectura, me apoyo unos instantes y antes de transcribir sus textos epistolares sonrío, en la última de ellas me anoticia que, dentro de muy poco tiempo, estará de regreso y eso significa que pronto nos volveremos a ver.Martes 08
Al finalizar la lectura, me apoyo unos instantes y antes de transcribir sus textos epistolares sonrío, en la última de ellas me anoticia que, dentro de muy poco tiempo, estará de regreso y eso significa que pronto nos volveremos a ver.Martes 08
En Inglaterra quisiera ser una vaca o un niño; pero siendo hombre adulto y barbudo, estudio a la gente de este país. Bien, no es cierto que los ingleses llevan todos trajes a cuadros, pipa y bigotes; en cuanto a esto último, el único verdadero inglés es el Dr. Boucek de Praga. Todo inglés lleva impermeable o paraguas, una gorra aplastada, y un periódico en las manos; si es una inglesa, lleva impermeable o una raqueta de tenis.
No es posible decir brevemente lo que es un Gentleman inglés, tendrías que conocer por lo menos a un lacayo inglés de un club o a un taquillero de estación, o hasta tal vez a un policía. Un gentleman es una combinación científica de silencio, de buena voluntad, de dignidad, de deporte, de periódico y de honestidad. Dos horas nos esta molestando en el tren nuestro vecino de enfrente con no considerarnos dignos de una mirada; de pronto se levanta y nos alcanza el maletín que no podíamos alcanzar. La gente de aquí siempre sabe ayudarse recíprocamente, pero nunca sabe decirse nada, a lo sumo habla acerca del tiempo. Será por eso que los ingleses han inventado todos los juegos, porque al jugar no se habla. Son tan callados, que ni siquiera protestan públicamente contra el gobierno, el tren y los impuestos; en total, es un pueblo poco alegre y muy reservado. En lugar de las posadas, donde se está sentado, bebiendo y hablando, inventaron las tabernas donde se está de pie, bebiendo y callando. Las personas más conservadoras se dedican a la política, como Lloyd George, o a la literatura; porque el libro inglés tiene que tener por lo menos cuatrocientas páginas.
Pero si los conoces más de cerca, son muy amables y suaves; nunca hablan mucho, porque nunca hablan de sí mismos. Se divierten como niños, pero con una gravísima expresión de cuero de Rusia; tienen un montón de etiqueta innata, pero al mismo tiempo son naturales como cachorros. Son duros como si fueran de cuarzo, incapaces de adaptarse, conservadores, leales, un poco tímidos y siempre poco confiados; no saben salirse de su piel, pero es una piel decente y desde todo punto de vista magnífica. No puedes hablar con ellos sin que te inviten a almorzar o a cenar, son hospitalarios como San Julián, pero nunca saben salvar la distancia de hombre a hombre. A veces se siente angustia de tanta soledad en medio de esta gente amable y benévola; pero si fueras un niño sabrías que puedes confiar en ellos más que en ti mismo, y serías aquí libre y respetado como en ninguna otra parte del mundo; el policía inflaría las mejillas para hacerte reír, el anciano señor jugaría contigo a las bolitas y la lady de cabello blanco dejaría la novela de cuatrocientas páginas para mirarte bellamente con sus ojos grises y aun jóvenes.
Viernes 17
A continuación, confesaré cosas horribles; por ejemplo, el domingo inglés es terrible. La gente dice que el domingo está hecho para ir al campo; no es verdad; la gente va al campo para salvarse en salvaje pánico del domingo inglés. El sábado asalta a todo inglés un instinto oscuro de huir, tal como los animales huyen por oscuro instinto ante el terremoto que se acerca. El que no pudo huir, se refugia a lo menos en una iglesia, para pasar el día entre oraciones y cantos. Día en que no se cocina, no se viaja, no se mira, no se piensa. No sé por qué culpa inexpresable Dios condenó a Inglaterra al castigo semanal del domingo.
A la cocina inglesa le falta cierta ligereza y floridez, alegría de la vida, algo melódico, la voluptuosidad del pecador; diría que todo esto falta también a la vida inglesa. La calle inglesa no es traspasada por ruidos alegres, olores y espectáculos. Un día ordinario no chispea por casualidades bonitas, sonrisas y pimpollos de acontecimientos. No puedes hacerte compañero de la calle, de la gente y de las voces. Nada te guiña amistosa y confiadamente.
En el parque los enamorados se aman pesadamente, roedoramente y sin una palabra. Los bebedores beben en las tabernas, cada uno para sí mismo. Un hombre corriente vuelve a casa y lee el periódico sin mirar a derecha ni a izquierda. En casa tiene un hogar, un jardincillo y la inviolable intimidad familiar. Además cultiva el deporte y el weekend. No me fue posible averiguar más de su vida.
El continente es más ruidoso, menos disciplinado, más sucio, más rabioso, más pícaro, más apasionado, más compañero, más enamorado, más gozoso, más inquieto, más brutal, mas conversador, más desatado y como menos perfecto. Por favor, denme un billete directo para el continente.
Sábado 27
El que está en la orilla querría estar en el barco que se va, el que está en un barco, querría estar en la orilla lejana. Cuando estaba en Inglaterra siempre pensaba en todo lo bello que hay en mi país. Cuando esté en mi país pensaré tal vez en todo aquello que en Inglaterra es más elevado y mejor que en ninguna parte.
He visto grandeza y poder, riqueza, bienestar y desarrollo incomparable. Nunca me entristeció el que seamos un pedacito del mundo pequeño y no terminado. Ser pequeño, desarreglado y no terminado es un destino bueno y valeroso. Hay transatlánticos grandes y lujosos con tres chimeneas, primera clase, baños y latón lustrado; y hay vaporcitos pequeños y humeantes, que van y vienen por el vasto mar; pero si es un valor estimable ser un vehículo tan pequeño e incómodo. Y no digan que tenemos una citación estrecha; el universo que nos rodea, es, gracias a Dios, tan grande como el universo que rodea al Imperio Británico. Un vaporcito pequeño no tiene tanta cabida como un barco grande, pero ¡jajá! Señor, podemos llegar tan lejos como él, o a alguna otra parte. Depende de la tripulación.
Todavía no me resuena en la cabeza; por momentos uno se siente como cuando al salir de una gran fábrica lo ensordece el silencio de afuera, y por otros, como si tañeran aún todas las campanas de Inglaterra.
Pero ya se me entremezclan en todo palabras checas que pronto oiré. Somos una nación chica y por eso todos me parecerán viejos conocidos. El primero a quien veré será un hombre regordete y ruidoso con un virginia, un hombre que demuestra cierto descontento, colérico, irritado, conversador y con el corazón en la mano, bendito sea Dios, como si nos conociéramos.
Esa franjita baja en el horizonte, eso ya es Holanda con sus molinos de viento, sus arboledas y sus vaquitas con pintas blancas y negras; una tierra llana y bonita, pública, cordial y cómoda.
Mientras tanto, la blanca costa de Inglaterra ha desaparecido; lástima, me olvidé de despedirme. Pero cuando esté en casa, pensaré en todo lo que he visto, y sea acerca de lo que fuere la conversación, acerca de la educación de los niños, o acerca de la locomoción, acerca de la literatura o acerca del respeto del hombre por el hombre, acerca de los caballos o acerca de sillones, acerca de cómo es la gente o acerca de cómo debiera ser, comenzaré doctamente: “En Inglaterra…”. Pero ya nadie me escuchará.
1 comentario:
Los textos públicados son extracciones de los capitulos "El peregrino se fija en la cara", "La huida" y "En el barco" (publicado completo) del libro "Cartas inglesas" de Karel Capek, Editorial Editora y Distribuidora del Plata.
Las fechas que titulan las cartas no pertenecen a los textos originales y han sido atrevidamente colocadas a fin de continuar el juego del Post. A raíz de lo mismo alguna pocas palabras han sido variadas de la traducción original sin que esto cambie de modo alguno el sentido de los textos.
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