Karel Capek: Primera emisión
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Karel Capek nació en 1890, o sea que para la proclamación de la República de Checoslovaquia, que unía a checos y eslovacos bajo un mismo estado, contaba con tan sólo 28 años. Ya para entonces era orgullo de la gente común de Praga y si se caminaba a su lado cada dos o tres cuadras se escuchaba el grito de “Oh, Karlícku!” (¡Eh, Carlitos!) como si su sola aparición les llenara de contento.
Jaroslav Seifert, único premio novel de literatura checo (en 1984), diez años más joven que él, respetaba y admiraba su prosa pero, curiosamente, al igual que el ambiente literario de Praga, encontraba en el otro Capek (Josef, hermano y gran dibujante) al artista más representativo. Años más tarde, en su libro “Toda la belleza del mundo” Seifert reconocería que la valoración de Karel para los poetas checos había sido inentendiblemente moderada. En el año de su muerte (1938) Karel Capek fue propuesto para ser honrado como Nobel de Literatura; premio que su prematuro fallecimiento frustro.
En la obra R.U.R donde autómatas industriales se revelan ante sus propietarios, los Capek (no se sabe cual de los dos) inventan la palabra Robot que luego trascendería mucho más allá la Literatura. Muchas de las obras de Karel están escritas con la colaboración de Josef y fueron publicadas a nombre de ambos; podemos creer, sin embargo, que la colaboración de Josef en la obra de Karel es constante y que la aparición de su nombre o no en las portadas de los libros significa más bien un mero accidente.
En “El caso Makropulos”, Capek desarrolla el tópico de la inmortalidad. Allí el personaje inmortal busca desesperadamente la muerte, mientras que el resto de los mortales busca la inmortalidad.
La descripción del patetismo de una vida excesivamente prolongada fue lo que acrecentó su mote de pesimista, lograda, sobre todo, por la publicación anterior de la obra de teatro “La vida de los insectos”. En esta instala una analogía entre la vida de los diminutos seres y la de los hombres. Sin embargo, dice Capek (en el prólogo de “El caso…”) al respecto: “Mi vida personal no será probablemente ni más triste ni más alegre por el hecho de ser llamado pesimista u optimista, pero el ser catalogado “pesimista” encierra, según parece, cierta responsabilidad social, algo así como un silencioso reproche por haberse portado mal respecto del mundo y de la gente. En este sentido debo declarar públicamente que no me siento culpable. (…) En esta comedia, por el contrario, tuve la intención de decir a la gente algo consolador y optimista. No sé si es optimista afirmar que vivir sesenta años es malo mientras que vivir trescientos años es bueno; pienso solamente que proclamar la vida de sesenta años (de promedio) como razonable y bastante buena, no es precisamente un pesimismo criminal. Digamos que afirmar que alguna vez en el futuro no va a haber enfermedades ni miseria ni trabajo sucio, es seguramente optimismo, pero decir que esta vida actual llena de enfermedades, miseria y trabajo sucio no es tan del todo mala y maldita y tiene algo infinitamente valioso, es…. ¿qué, en realidad? ¿Pesimismo? Creo que no. Quizá haya dos clases de optimismo: uno, el que se mueve de las cosas malas hacia algo mejor; otro, que busca en las cosas malas mismas algo por lo menos un poco mejor. El primero es la búsqueda directa de un paraíso, el segundo busca, en lo que tenemos, por lo menos elementos de un relativo bien.”
Y para finalizar: “Crean ustedes que hay un solo pesimismo verdadero, y es aquel que se cruza de brazos; diría el derrotismo ético. El hombre que trabaja, busca y realiza, no es, ni puede ser pesimista”.
Otros títulos de Capek son: “Conversaciones con G. Masaryk” (G. Masaryk fue filosofo y dramaturgo e impulsó la formación del estado Checoslovaco del cual luego sería su primer presidente. Compartía amistad con Karel Capek.) “Hordubal”, “Meteoro”, “Una vida en común”, “Un viaje al norte”, etc. De los que nos interesa hablar aquí no es de ninguno de estos.
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Karel Capek nació en 1890, o sea que para la proclamación de la República de Checoslovaquia, que unía a checos y eslovacos bajo un mismo estado, contaba con tan sólo 28 años. Ya para entonces era orgullo de la gente común de Praga y si se caminaba a su lado cada dos o tres cuadras se escuchaba el grito de “Oh, Karlícku!” (¡Eh, Carlitos!) como si su sola aparición les llenara de contento.
Jaroslav Seifert, único premio novel de literatura checo (en 1984), diez años más joven que él, respetaba y admiraba su prosa pero, curiosamente, al igual que el ambiente literario de Praga, encontraba en el otro Capek (Josef, hermano y gran dibujante) al artista más representativo. Años más tarde, en su libro “Toda la belleza del mundo” Seifert reconocería que la valoración de Karel para los poetas checos había sido inentendiblemente moderada. En el año de su muerte (1938) Karel Capek fue propuesto para ser honrado como Nobel de Literatura; premio que su prematuro fallecimiento frustro.
En la obra R.U.R donde autómatas industriales se revelan ante sus propietarios, los Capek (no se sabe cual de los dos) inventan la palabra Robot que luego trascendería mucho más allá la Literatura. Muchas de las obras de Karel están escritas con la colaboración de Josef y fueron publicadas a nombre de ambos; podemos creer, sin embargo, que la colaboración de Josef en la obra de Karel es constante y que la aparición de su nombre o no en las portadas de los libros significa más bien un mero accidente.
En “El caso Makropulos”, Capek desarrolla el tópico de la inmortalidad. Allí el personaje inmortal busca desesperadamente la muerte, mientras que el resto de los mortales busca la inmortalidad.
La descripción del patetismo de una vida excesivamente prolongada fue lo que acrecentó su mote de pesimista, lograda, sobre todo, por la publicación anterior de la obra de teatro “La vida de los insectos”. En esta instala una analogía entre la vida de los diminutos seres y la de los hombres. Sin embargo, dice Capek (en el prólogo de “El caso…”) al respecto: “Mi vida personal no será probablemente ni más triste ni más alegre por el hecho de ser llamado pesimista u optimista, pero el ser catalogado “pesimista” encierra, según parece, cierta responsabilidad social, algo así como un silencioso reproche por haberse portado mal respecto del mundo y de la gente. En este sentido debo declarar públicamente que no me siento culpable. (…) En esta comedia, por el contrario, tuve la intención de decir a la gente algo consolador y optimista. No sé si es optimista afirmar que vivir sesenta años es malo mientras que vivir trescientos años es bueno; pienso solamente que proclamar la vida de sesenta años (de promedio) como razonable y bastante buena, no es precisamente un pesimismo criminal. Digamos que afirmar que alguna vez en el futuro no va a haber enfermedades ni miseria ni trabajo sucio, es seguramente optimismo, pero decir que esta vida actual llena de enfermedades, miseria y trabajo sucio no es tan del todo mala y maldita y tiene algo infinitamente valioso, es…. ¿qué, en realidad? ¿Pesimismo? Creo que no. Quizá haya dos clases de optimismo: uno, el que se mueve de las cosas malas hacia algo mejor; otro, que busca en las cosas malas mismas algo por lo menos un poco mejor. El primero es la búsqueda directa de un paraíso, el segundo busca, en lo que tenemos, por lo menos elementos de un relativo bien.”
Y para finalizar: “Crean ustedes que hay un solo pesimismo verdadero, y es aquel que se cruza de brazos; diría el derrotismo ético. El hombre que trabaja, busca y realiza, no es, ni puede ser pesimista”.
Otros títulos de Capek son: “Conversaciones con G. Masaryk” (G. Masaryk fue filosofo y dramaturgo e impulsó la formación del estado Checoslovaco del cual luego sería su primer presidente. Compartía amistad con Karel Capek.) “Hordubal”, “Meteoro”, “Una vida en común”, “Un viaje al norte”, etc. De los que nos interesa hablar aquí no es de ninguno de estos.
1 comentario:
El extracto del prologo publicado corresponde a la edición de la obra por Fos-Epsilon Editora, traducida por Helena Voldan.
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