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Voy a escribir algo para ustedes pero no sé qué decirles. ¿Algo sobre el texto que ustedes verán? Ya lo juzgarán por ustedes mismos. ¿Por qué lo escribí? Eso les parecerá evidente una vez que conozcan el texto. ¿Decirles que me gustaría estar cerca de ustedes? Está demás decirlo. ¿Por qué no puedo ir? Yo no lo sé. (El Gobierno checoeslovaco me negó el permiso para viajar).
Bueno, tal vez les puedo decir esto: Ustedes van a apreciar una obra escrita hace cinco años. Desde entonces se ha representado en decenas de escenarios, en cientos de oportunidades, pero conozco una persona que nunca la vió: yo mismo.
Conozco una institución de la cual no se puede salir libremente, a causa de los crímenes que uno cometió o que se supone que cometió. Ese se llama cárcel. También conozco otras instituciones, donde se mantiene a las personas para que no infesten a otras con peste amarilla o con su locura. Esos son pabellones de aislamiento o asilos para dementes. Pero no puedo encontrar el nombre para un país donde una persona es libre para comprar papas, ir al cine, criar niños y en casa (además de otras cosas) hasta puede escribir, pero le está prohibido (además de otras cosas) publicar lo que escribe o ir al extranjero a mirar lo que ha escrito.
Ellos me dicen que puedo emigrar. Si así lo hiciera, podría gastar mi vida entera, noche a noche, y asistir a las publicaciones o estrenos de mis obras. También podría apreciar e influir sobre la manera que mi obra se realiza. Pero eso sería preferir a los personajes que he creado en el papel a los de carne y sangre que se me rodean. Abandonar a mis hijos, mis amigos y a toda esa multitud que continuará siendo mi multitud. Aunque sean los nietos de mi multitud los primeros en conocer mi obra. Ellos son los que comparten conmigo el lenguaje en que escribo. Ellos son los que dieron nacimiento al amor y al odio que impregnan mis páginas.
No tengo otra cosa que hacer que seguir escribiendo lo que no veré y sólo preguntarme por qué hay tantos hombres de estado que se pasean pomposos firmando documentos que jamás cumplirán."
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Pavel Kohout vive en Viena desde 1978. Esto no quiere decir que sea un exiliado, alguién que por propia voluntad abandona su patria para buscar refugio en el extranjero. En una nota al diario "El País", de España, (a la cual se puede acceder desde el enlace "Entrevista a Pavel Kohout" de esta misma página -y que resulta de lectura indispensable para quien quiera seguir oyendo a Kohout sobre el exilio) el mismo autor nos cuenta:
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La primera posibilidad era seguir en casa, en Checoslovaquia, aislado. La segunda, el exilio, que era estar aislado de casa. Yo intenté un tercer camino: estar por un tiempo, un año, fuera, sin discutir ni entrar en los problemas checos y dedicado sólo al teatro. Pensaba que los hechos pesarían suficientemente, y entre ellos, el de haber conseguido durante este tiempo un importante premio literario. Pero cuando volví a Checoslovaquia pasé ocho horas en la frontera. Luego nos cogieron físicamente a mi mujer y a mí y nos devolvieron a Austria.
Por tanto, no me siento exiliado, sino expulsado. Y la diferencia es muy importante. El exilio es el fruto de una discusión interior, tan intensa como la que puede preceder a un matrimonio o, mejor, a un divorcio. Pues bien, esa discusión previa me ha sido ahorrada; ese no es mi problema. Por supuesto, no estoy feliz, por mis amigos y por mi país.
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Por tanto, no me siento exiliado, sino expulsado. Y la diferencia es muy importante. El exilio es el fruto de una discusión interior, tan intensa como la que puede preceder a un matrimonio o, mejor, a un divorcio. Pues bien, esa discusión previa me ha sido ahorrada; ese no es mi problema. Por supuesto, no estoy feliz, por mis amigos y por mi país.
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Antes de no poder reingresar a Checoslovaquia, Kohout fue uno de los protagonistas de la "Primavera de Praga". A partir de 1968 la mayoría de sus obras fueron prohibidas, naturalmente tampoco se le permitió seguir publicando. .
1 comentario:
El texto públicado de Pavel Kohout fue extraido de "Cabeza Abajo", Editorial "Javier Vergara Editor", y es una carta del autor fechada en Praga, en Septiembre de 1976, y fue escrita en ocasión al estreno en Nueva York de su pieza teatral "Pobre asesino".
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